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CULTURA CLÁSICA
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EL FORO ROMANO
ROMA:  EL FORO

historia del foro

 









        Lo que hoy día se conoce como el Foro Romano era el eje de la vida política, económica, religiosa y social de la Roma antigua. Se convirtió en el centro no ya de Roma, sino de todo el Imperio. Este lugar a pesar de su importancia geoestratégica, sin embargo en sus orígenes fue una zona pantanosa. El Foro ocupa un valle entre las colinas del Capitolio y del Palatino, a través del cual discurría un arroyo del río Tíber, el Velabro. Era un lugar inhóspito por lo que entre los siglos X y IX a.C. se utilizó como lugar de enterramientos, siendo abandonada esta actividad en el siglo VIII a.C. dando paso a una concentración de aldeas que serán el núcleo fundacional de Roma.

        Lo primero que se hizo para poder habitar este lugar fue la canalización del arroyo, que fue posible gracias a la construcción de la Cloaca Máxima, una obra de ingeniería que la tradición atribuye a Tarquinio Prisco, el primer rey de la dinastía etrusca que estuvo al frente de Roma, en torno al año 600 a.C. Lo cierto es que a partir de este momento esta zona se convertirá en el centro de la vida cívica y comienzan a construirse progresivamente edificios relacionados con las actividades políticas, religiosas y de mercado, pero también se erigen estatuas honoríficas y otros monumentos conmemorativos, símbolos de las grandes hazañas militares y políticas de la historia romana y que convirtieron al Foro en la plaza referente por excelencia de la vida romana.

        Los primeros edificios que se construyen son: la Regia (la casa del rey, detrás de los restos actuales del Templo del Divino Julio), obra de Numa Pompilio, según la tradición, y el primer Comicio construido en la parte septentrional de la plaza, la sede más antigua de la actividad política de la ciudad, del que no quedan apenas vestigios por las modificaciones de época de César y Augusto. Cerca de él estaba el Niger Lapis, (1) un antiquísimo santuario de Vulcano, junto al cual Rómulo desapareció, convirtiéndose por ello en un lugar funesto. Este lugar estaba señalado desde la época de Sila por un trozo de pavimento en mármol negro (de ahí su nombre) vallado y respetado en las sucesivas pavimentaciones.

        Una vez abolida la Monarquía (509 a.C.) los esfuerzos se dirigen a la construcción de edificios relacionados con los acontecimientos y las nuevas instituciones de la recién creada República.

        Una de estas construcciones son los Rostra (2) que era la tribuna desde la que hablaban los magistrados y que no tomará este nombre hasta el año 338 a.C. cuando fueron fijadas sobre ella los espolones de los barcos de Ancio. Ancio fue capital de los volscos hasta que los romanos la conquistaron en el año 468 a.C. En el año 341 a.C. los volscos se rebelan contra los romanos pero son derrotados y Ancio es arrasada y colonizada por Roma. Los espolones de los barcos derrotados en la bahía de Ancio fueron llevados a Roma como trofeo y a partir de este momento se colocan en esta tribuna de oradores.

         El Templo de Saturno (3) que tenía una gran antecámara que funcionaba como sede del Erario, el tesoro del Estado.

        El Templo de los Dioscuros (4), dedicado a los dos gemelos divinos, Cástor y Pólux, cuya aparición milagrosa había propiciado la victoria romana en el Lago Regillo en el 499 a.C. contra la Liga Latina, que apoyaba a Tarquinio el Soberbio en su intento de reconquistar Roma.

        A partir del siglo IV a.C. el Foro Romano comenzó a llenarse de estatuas honoríficas destinadas a la exaltación de las glorias militares individuales, lo que provocó que a mediados del siglo II a.C. se dejaran sólo aquéllas que habían sido votadas directamente por el Senado o el pueblo romano.

        En el siglo III a.C. la construcción más emblemática del Foro fue el Macellum (el mercado), en la parte norte, en el lugar en donde Vespasiano entre los años 71 y 75 d.C. construirá el Templo de la Paz. El hecho de que el Macellum, destinado a actividades relacionadas con el pequeño comercio, se construyera en un lugar apartado y el que poco a poco las tiendas de comida se fueran sustituyendo por tiendas de cambistas muestran ya un giro radical en la utilización de los espacios del Foro Romano y asistimos a la forensis dignitas de la que hablaba Varrón en sus escritos.

        Un eslabón más de esta racionalización de las funciones y los espacios del Foro Romano se produce en el siglo II a.C. con la edificación de las basílicas civiles que se convertirán en uno de los elementos más característicos y representativos del paisaje urbano romano.

        Por otro lado, en la época de Sila los trabajos se centraron en la zona de la Curia y el Capitolio, enriqueciendo toda la parte occidental del Foro. Se levanta la magnífica fachada del Tabularium, el lugar destinado a albergar los archivos públicos del estado. En el extremo sur del Tabularium se adosa un pequeño pórtico (5) en forma de ángulo obtuso formado por columnas corintias; en él se conservaban las estatuas de los Dei Consentes (los dioses consejeros, que probablemente serían las divinidades supremas del panteón romano, que eran doce). Es del siglo I d. C. pero fue remodelado en el 367 d.C. por uno de los últimos opositores oficiales al cristianismo, Vetio Agorio Pretestano.

        En tiempos de César esta zona sufrió intervenciones radicales, con  la demolición de la  Curia  Hostilia (6) y la construcción de la Curia Iulia, que fue terminada por Augusto, creando un edificio emblemático en un extremo del Foro e iniciando una secuencia de construcción de plazas monumentales que poco a poco se fueron añadiendo al Foro republicano para celebrar la gloria de las familias imperiales. Augusto crea una zona para glorificar a la familia Julia cerca de la zona en donde estaban la Curia, los Rostra y el Templo de Saturno, símbolos todos de la tradición republicana, respecto a los cuales el régimen de Augusto se presentaba como la providencial consecuencia.

        Delante del Templo del Divino Julio (7) se levantó otra tribuna para los oradores, los Rostra ad Divi Iulii (8) decorados con los espolones de los barcos de Marco Antonio y Cleopatra, capturados en Actium en el año 31 a.C. El Templo fue flanqueado al Sur y al Norte por dos arcos conmemorativos, uno por la victoria de Augusto sobre Marco Antonio en Actium (9) y el otro por la victoria sobre los partos. Este último estaba relacionado con el pórtico que bordeaba el lado meridional de la Basílica Fulvia-Emilia, llamado Taberna Novae, pórtico dedicado a Gayo y Lucio (10), a la vez nietos e hijos adoptivos del Princeps y herederos destinados a la sucesión.

        Las sucesivas dinastías imperiales añadieron elementos de prestigio al área del Foro que tras la intervención de Augusto se había convertido en una auténtica plaza monumental.

        Se levantó el Templo de Vespasiano y Tito (11) y el Templo dedicado por Antonino Pío a su mujer Faustina (12) muerta y divinizada en el año 141 d.C. y posteriormente también consagrado al mismo Antonino después de su muerte. En el extremo occidental de la plaza, sobre la Vía Sacra, se erigió a principios del siglo III d. C. el Arco de Septimio Severo (13), en recuerdo de las victorias del emperador sobre los partos.

        Después de los daños causados por el incendio de Nerón en el año 64 d.C. que afectó especialmente a la ladera septentrional del Palatino, donde está la Casa de las Vestales y el Arco de Tito, se hicieron necesarias numerosas reconstrucciones, debido a otros incendios devastadores que dañaron muchos edificios del Foro entre el final del siglo II d.C. y la época bajo imperial. El Templo de Vesta (14) y la Casa de las Vestales (15) fueron reconstruidos casi íntegramente en el año 191 d.C.; muchos de los edificios del área occidental de la plaza como la Curia Julia, el Templo de Saturno o la Basílica Julia, deteriorados por el incendio de tiempos de Carino en el año 283 d.C. fueron arreglados por iniciativa de Diocleciano.

        Los daños debidos al saqueo de Alarico en el año 410 d. C. en la Basílica Julia (16) y en la Basílica Fulvia-Emilia (17), se repararon en el curso de los primeros decenios del siglo V d.C.

        La última actuación monumental relevante en el Foro y sus zonas aledañas pertenece a los primeros años del siglo IV d.C. y fue debida al emperador Majencio. Este emperador fija de nuevo la capital del imperio en Roma en contraposición con las nuevas capitales de poder imperial elegidas por los tetrarcas (Nicomedia y Tesalónica en la parte oriental del imperio y Milán y Tréveris en la occidental) y quiso revitalizar el antiguo centro político y religioso. Para ello alza una estatua de Marte junto al Niger Lapis, y reconstruye el Templo de Iuppiter Stator, levantado en el lugar donde según la tradición los Latinos, con Rómulo a la cabeza, habían detenido el ataque de los sabinos comandados por Tito Tacio. Majencio lo dedicó a la memoria de su hijo llamado también Rómulo.

        Sin embargo, el edificio más emblemático de Majencio es la imponente Basílica (18) levantada en la Velia, profundamente reestructurada a fines del siglo IV d.C. Aquí estaría la sede del prefecto de la ciudad, una figura que en la época bajo imperial se convirtió en fundamental para la gestión administrativa de Roma.

        La historia de construcciones monumentales del Foro se cierra con la gran Columna erigida en el año 608 d.C. en honor de un oscuro y sanguinario emperador bizantino, Focas, distinguido a los ojos de la iglesia de Roma por haber donado al Papa Bonifacio IV el Panteón, posteriormente transformado en iglesia con el nombre de Santa María de los Mártires.

        Bastante poco del antiguo esplendor del Foro quedaba a mediados del siglo VIII d.C., como lo muestra la breve descripción de Roma que hace un peregrino alemán de paso por la ciudad. En sus notas se desprende que en aquel período todavía eran claramente identificables sólo los edificios construidos en la ladera del Capitolio, es decir, el Arco de Septimio Severo, la Curia Julia, el Templo de la Concordia (19) y el de Vespasiano. En cambio otros monumentos resultan difícilmente identificables, como el gran pedestal de una estatua ecuestre del emperador Constantino que hoy día es reconocido de forma hipotética en los pocos restos de un basamento sobre el cual ha sido montada la Basa de las Decennalia. En el año 304 d.C. se celebran las decennalia de la Tetrarquía y con ese motivo se erigen en el Foro cinco columnas honoríficas rematadas por otros tantos bustos, el de Júpiter en el centro y los de dos tetrarcas a cada lado. El pedestal de una de esas columnas, conocido como la Basa de las Decennalia, se encuentra en el Foro junto al Arco de Septimio.

        Desde la última construcción erigida en el Foro, la Columna de Focas (20), habían pasado poco más de dos siglos, y sin embargo, el abandono y las destrucciones voluntarias habían convertido el Foro en un campo de ruinas. Los únicos monumentos supervivientes eran los pocos templos transformados en iglesias a partir del siglo VI ; San Adriano, dentro de la Curia Julia; los Santos Cosme y Damián en el Templo de Rómulo (21); Santa María Antiqua en un edificio perteneciente al Athenaeum de Adriano; el Oratorio de los Cuarenta Mártires en el Lacus Iuturnae. A ellas hay que añadir la iglesia de San Lorenzo in Miranda, realizada en torno al siglo VIII aprovechando la cella del templo de Antonino y Faustina. Otros edificios se conservaron gracias a que se introdujeron en complejos fortificados pertenecientes a familias nobles, el más famoso de los cuales fue el de los Frangipane, que usaron el Arco de Tito con este objetivo.

        El abandono del lugar y la transformación de los templos en iglesias cristianas determinaron el progresivo olvido del Foro de la memoria colectiva de la ciudad. Los pocos intentos de reconstruir su aspecto confundieron sin remedio las construcciones y mezclaron leyendas cristianas y paganas en un todo imposible de dilucidar. En la época medieval el Foro se había convertido en un pastizal de ganado, llamado Campo Vaccio (el campo de las vacas) y muchos edificios permanecían conservados celosamente por el terreno, aunque cada vez más enterrados con el tiempo. En el Renacimiento, el Foro sufrió la pérdida casi completa de muchas construcciones. El Papa Julio II, con el objeto de renovar la ciudad, comienza la explotación a gran escala de la zona como cantera de materiales transformando la mayoría de ellos en cal. Sólo en un momento el Foro volvió a su antiguo esplendor, cuando para solemnizar la entrada de Carlos V en Roma después de la victoria sobre los turcos (1536), Pablo III creó una vía que desde el Arco de Tito (22) llegaba al Arco de Septimio Severo, modelo para todas las escenografías triunfales que serán realizadas para exaltar reyes, emperadores y generales hasta el siglo XVIII incluido.

        Los años entre 1540 y 1550 trajeron consigo las mayores destrucciones, como consecuencia de la intensificación de los trabajos de construcción de San Pedro. Los excavadores actuaron en la zona de los Templos de Saturno, de Vespasiano, de la Curia Julia, la Basílica Emilia, el Templo de los Dioscuros, el del Divino Julio y a lo largo de toda la calle que desde el Templo de Antonino y Faustina llegaba hasta el Arco de Tito. Especialmente grave fue el daño que sufrieron el Templo del Divino Julio, los Arcos de Augusto situados a los lados de éste, y la Regia (23). La destrucción de estos edificios, todavía intactos en gran parte, se produjo rápidamente, en algunos casos en el tiempo de un mes, como recogen las crónicas de algunos testigos. De nada valdrían las propuestas de Rafael Sancio para conservar los antiguos monumentos romanos o las reservas expresadas por Miguel Ángel sobre las excavaciones de expolio realizadas en aquellos años. La Nueva Roma que celebraba la gloria de los Papas destruía la de los antiguos Césares paradójicamente en el momento en el que el redescubrimiento del pasado se había hecho más intenso en las cortes renacentistas.

        En los siglos XVI y XVII bien poco se podía ver en superficie para justificar nuevas campañas de recuperación de materiales. El Foro quedó en estado de abandono, excepto la fila de olmos que lo atravesaba desde el Arco de Tito al de Septimio Severo, bajo cuyo cobijo reposaban los pastores que llevaban sus ganados a pastar.

        Hay que esperar una nueva visión del mundo antiguo que se debe a J.J. Winckelmann que imprime un giro decisivo a los decadentes estudios sobre la antigüedad romana. Los comienzos de la arqueología moderna tuvieron en el Foro un escenario privilegiado de estudio: los trabajos dirigidos por Carlo Fea, inspirador de normas para la conservación de los monumentos antiguos, constituyeron los primeros pasos de una larga actividad de excavación e investigación que tuvo diversos protagonistas después de la unidad de Italia.

        Los resultados hay que ir a verlos: el Foro de ser el centro de la vida política, económica, religiosa y social en el imperio romano, ha pasado a ser uno de los centros turísticos obligados en la visita a Roma.

   
MAQUETA DEL FORO
  1.- NIGER LAPIS  
  2.- ROSTRA
  3.- TEMPLO DE SATURNO
  4.- TEMPLO DE LOS DIOSCUROS
  5.- PÓRTICO DE LOS DEI CONSENTES
  6.- curia julia
  7.- TEMPLO DEL DIVINO JULIO
  8.- ROSTRA DEL DIVINO JULIO
  9.- ARCO CONMEMORATIVO
10.- TABERNAE NOVAE
11.- TEMPLO DE VESPASIANO Y TITO
12.- TEMPLO DE ANTONINO

VOLVER A LA MAQUETA

                                       
13.- ARCO DE SEPTIMIO SEVERO
14.- TEMPLO DE VESTA
15.- CASA DE LAS VESTALES
16.- basílica julia
17.- BASÍLICA FULVIA-EMILIA
18.- BASÍLICA DE MAJENCIO
19.- TEMPLO DE LA CONCORDIA
20.- COLUMNA DE FOCAS
21.- TEMPLO DE RÓMUILO
22.- ARCO DE TITO
23.- LA REGIA
                                                                              




       

                                                                                                                                            
                               









LA REGIA


    

Entre el templo de Antonino y Faustina (C) y el de las Vestales (B) se halla la Regia (A) parte del gran complejo palaciego del rey. En la República, el edificio fue utilizado para las funciones sacerdotales ligadas al Rex Sacrorum y al Pontifex Maximus, los cuales después de la expulsión de los reyes dirigían las prácticas del culto oficial de la ciudad.

La forma actual corresponde a una restauración realizada por Domino Calvino en el año 36 a.C. que siguió de forma fiel una disposición muy antigua datable quizás en los últimos años de la monarquía etrusca (hacia el año 525 a.C.)

En la Regia había tres estancias de tamaño desigual: una consagrada a Marte, provista de un gran altar circular donde se conservaban las lanzas de Marte y los escudos colocados aquí por Numa Pompilio; una habitación central de servicio y finalmente una estancia dedicada a Ops, la diosa romana de la abundancia. Todas estas estancias se abrían a un patio trapezoidal dotado de un pórtico. Las dos habitaciones principales sacralizaban la doble función del rey: la de guerrero y la de guardián de los bienes de la comunidad. También se hallaban en ella los archivos públicos, los annales, en los que se inscribían los principales sucesos del calendario con el que se regulaba cada año la vida religiosa de la comunidad.



ZONA DE LA REGIA

                                                       
EL TABULARIUM

  

En el extremo sur del Tabularium (B) se adosa un pequeño pórtico (A) en forma de ángulo obtuso formado por columnas corintias. En este lugar se conservaban las estatuas de los Dei Consentes o dioses consejeros, probablemente las divinidades supremas del Panteón romano, que eran doce (Júpiter, Juno, Minerva, Vesta, Ceres, Diana, Venus, Marte, Mercurio, Neptuno, Vulcano y Apolo) y cuyo lugar de culto en el Foro está documentado desde época republicana.


El edificio actual es una reconstrucción realizada por la dinastía Flavia.

En el año 367 d.C. el prefecto de la ciudad Vetio Agorio Praetextato realizó algunos trabajos de ampliación



EL TABULARIUM

                                                     
PÓRTICO DE LOS DEI CONSENTES

  
    

Las columnas del pequeño Pórtico de marmol cipolino procedente de las canteras de Eubea, en Grecia, tienen capiteles corintios decorados en los lados por relieves que muestran trofeos. 

Su realización se fecha al final del siglo I d.C. aunque la inscripción que figura recuerda que todo el edificio fue reconstruido en el año 367 d.C. por el prefecto de la ciudad Vetio Agorio Pratestato, uno de los últimos opositores oficiales al Cristianismo.


Los dioses consentes eran doce: Júpiter, Juno, Minerva, Vesta, Ceres, Diana, Venus, Marte, Mercurio, Neptuno, Vulcano y Apolo.

PÓRTICO DE LOS DEI CONSENTES

                                                         
LA CURIA

    

La Curia Julia es un antiguo edificio de Roma, el tercero que recibió el nombre de curia o sede del Senado.

Data del año 44 a.C. y recibe este nombre por haber sido construida por Julio César, quien sustituyó la Curia Cornelia reconstruida por Sila a partir de la Curia Hostilia, para rediseñar el foro romano, reducir la preeminencia del Senado y dejar limpio el espacio original del comitium.

La obra fue interrumpida y Octavio Augusto la terminó en el año 29 d.C.

La Curia Julia ha sobrevivido hasta nuestros días por haber sido transformada en la iglesia de San Adrián en el siglo VII d.C.

LA CURIA

                                                       
TABERNAE NOVAE

    

Inmediatamente detrás del Pórtico de Gayo y Lucio Césares (B) estaban una serie de tiendas abiertas a lo largo de toda la fachada sur de la Basílica Fulvia-Emilia (C) a la cual pertenecían.


Son las Tabernae Novae (A) reconstruidas varias veces en el curso del tiempo y cuya edificación originaria se remonta a la época republicana.

En ellas desarrollaban sus actividades los cambistas (argentarii) y de estas funciones tomaron el nombre de Tabernae Argentariae. 

El edificio señalado con la letra (D) es la Curia

TABERNAE NOVAE

                                                     
ARCO DE SEPTIMIO SEVERO


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ARCO DE SEPTIMIO SEVERO

                                                     
EL TEMPLO DE VESTA


El Templo de Vesta, con su característica forma redonda, fue muchas veces destruido en el curso de los incendios causados precisamente por el fuego que se conservaba de forma escrupulosa en su interior. 

Los restos hoy visibles pertenecen a la reconstrucción emprendida por la mujer del emperador Septimio Severo, Julia Domna, después del incendio declarado en el año 191 d.C.


EL TEMPLO DE VESTA

                                                     
ARCO DE TITO



ARCO DE TITO